Una crisis alimentaria mundial | World Food Programme Skip to main content
  • En 71 países de todo el mundo
  • 309 millones de personas padecen hambre aguda

Es enorme la magnitud de la actual crisis mundial de hambre y malnutrición. Millones de personas padecen hambre a niveles catastróficos, principalmente en Gaza y Sudán, pero también en zonas de Sudán del Sur, Malí y muchos otros países. Dichos países están al borde de la hambruna. Muchas crisis alimentarias involucran la acumulación de múltiples problemas año tras año.

¿Cuáles son las principales causas de la crisis alimentaria mundial?

Conflicto

Casi el 70 % de los 309 millones de personas que padecen hambre aguda se encuentran en países inestables o afectados por conflictos. La violencia y la inestabilidad en Oriente Medio, África oriental, central y occidental, así como en el Caribe, el sur de Asia y Europa oriental son especialmente preocupantes. Los conflictos interrumpen la producción de alimentos, obligan a la gente a abandonar sus hogares y sus fuentes de ingresos, y a menudo dificultan el acceso de la asistencia humanitaria a las personas más necesitadas.

Clima

La crisis climática es una de las principales causas del fuerte aumento del hambre en el mundo. Las crisis climáticas destruyen vidas, cosechas y medios de subsistencia, y socavan la capacidad de las personas para alimentarse. El hambre se saldrá de control si el mundo no toma medidas inmediatas contra el cambio climático.

Economía

El lento crecimiento mundial y las tensiones económicas, vinculadas a la lenta recuperación de la pandemia y a las secuelas de la guerra de Ucrania, siguen afectando a los países de renta baja y media. Esto limita la inversión en programas de protección social, en un momento en que los precios de los alimentos se mantienen en niveles de crisis.

Desplazamientos

Los desplazamientos forzosos se enfrentan a vulnerabilidades específicas en relación con la inseguridad alimentaria, como el acceso limitado al empleo, los medios de subsistencia, los alimentos y el refugio, y la dependencia de una ayuda humanitaria cada vez más escasa.

¿Cómo podemos poner fin a la crisis alimentaria mundial?

La única manera de poner fin a la crisis alimentaria mundial es mediante un esfuerzo coordinado entre los gobiernos, las instituciones financieras, el sector privado y los socios. En países como Somalia, la comunidad internacional se unió y logró salvar a la población del borde de la hambruna en 2022.

Se necesitan soluciones políticas y diplomáticas para fortalecer los esfuerzos de consolidación de la paz y garantizar un acceso seguro y sin restricciones a través de las fronteras y las líneas de conflicto, a fin de salvar vidas y evitar que la catástrofe del hambre se extienda aún más.

Pero no basta con mantener con vida a la gente. Debemos ir más allá, y esto solo se puede lograr abordando las causas subyacentes del hambre. La labor de WFP para generar resiliencia, adaptarse al cambio climático, promover la buena nutrición y mejorar los sistemas alimentarios sienta las bases de un futuro más próspero para millones de personas.

En tan solo cuatro años, WFP y las comunidades locales transformaron 158.000 hectáreas de campos áridos en la región del Sahel de cinco países africanos en tierras agrícolas y de pastoreo. Nuestro programa de seguro climático –la iniciativa de Resiliencia Rural R4– había beneficiado a casi 550.000 hogares y familias vulnerables en 18 países de África, Asia y América Latina y el Caribe hasta 2023. Al mismo tiempo, WFP está trabajando con los gobiernos de 83 países para impulsar o construir redes nacionales de seguridad y protección social sensibles a la nutrición, lo que nos permite llegar a más personas con asistencia alimentaria de emergencia.

La falta de financiación puede tener un alto coste

En 2023, WFP se enfrentó a una importante caída de la financiación en comparación con el año anterior. Como resultado, casi la mitad de las operaciones de WFP en los países ya se han visto obligadas a reducir el tamaño de la asistencia alimentaria, en efectivo y nutricional hasta en un 50 %.

Las consecuencias de no invertir en resiliencia a largo plazo podrían resultar en un aumento de la migración, la desestabilización y los conflictos. A menos que se pongan a disposición recursos para poner fin a la crisis alimentaria mundial, la pérdida de vidas y la reversión de los avances en materia de desarrollo obtenidos con tanto esfuerzo serán el precio a pagar.

Ayuda a las familias que pasan un hambre sin precedentes

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